En
un mundo cada vez más cambiante, rápido y vibrante se hacen evidentes cambios
en nuestra rutina que algunas veces no son de nuestro total agrado pero que
gracias a la presión social aplicada a través de redes sociales, programas de
televisión, cuñas radiales, medios impresos, cine y música en general
terminamos por aceptar y adaptarnos a ellos.
Uno de los cambios, el que realmente me importa y por el cual escribo esta entrada es la comida: Vaya que ha cambiado con el paso de los años! , recuerdo con nostalgia como hace algunos años no eran tan importantes las calorías o el hecho de que algún alimento en particular engordara o no, que algunos ingredientes no se vieran tan frecuentemente y eran considerados un lujo en algunas comidas, como es la tocineta en las "comidas rápida". Ahora todo es diferente, las nuevas y antiguas generaciones estas obsesionadas con las calorías y ahora una hamburguesa no es hamburguesa si no tiene tocineta, dos puntos muy distintos pero que representan claramente el punto que hoy explico.
No me mal entiendan, considero que la salud, la buena alimentación y los hábitos saludables son indispensables para esto que llamamos vida, pero también considero que el buen sabor es fundamental para un vida plena y esto es un punto muy relativo, puesto que el sabor va en cuestiones de gusto y el gusto es personal y universal, por tal razón no puedo apuntar directamente a lo que es un buen sabor pero si puedo expresar desde mi punto de vista, sea válido o no, el atentado que se realiza día a día contra él.
Considero que sacrificar sabor por "salud" es simplemente inaceptable. Ya sé, tal vez yo sea simplemente un cocinero obsesionado por la comida y amante del sabor como un todo, que piensa que echarle cabeza a cuantas calorías tiene algo que me gusta destruye parte de su magia y lo hace menos atractivo. El problema radica en los abusos y los excesos, y esto es algo que podemos controlar simplemente con fuerza de voluntad. No podemos ni debemos comer
Para lograr equilibrar nuestra comida primero debemos ser honestos con respecto a que nos gusta y que no, diferenciar si nos gusta una preparación en particular o si nos agrada un ingrediente en general, y en base a esto poder seleccionar objetivamente nuestra dieta, teniendo en cuenta la importancia de la variedad de los grupos alimenticios y evitar una vida sedentaria.
Ahora explicare mi punto de manera más puntual, no me gusta el tomate de árbol, de hecho lo encuentro horrible y por tal razón no lo comeré, así me digan que tiene mil propiedades benéficas (las cuales seguramente tiene), prefiero buscar una opción y esto es lo lindo de la cocina, siempre hay una opción para el mismo propósito. Pero como considero esto un problema? es sencillo: Una chica cualquiera, que no está conforme con su peso pero que es amante de la buena comida se deja influenciar por la presión ejercida por el mundo sobre lo que es un cuerpo esbelto y perfecto, y que casualmente tampoco le gusta el tomate de árbol, así que descubre una dieta que le promete rebajar 5 tallas en 2 semanas, que la obliga a alejarse de toda la comida que le gusta y que se basa en el consumo de tomate de árbol. Empieza la dieta haciendo caso omiso al hecho de que no le gusta el tomate de árbol y se obliga a consumirlo sin importar el sabor, sintiéndose frustrada e insatisfecha.
Pueden pasar 3 cosas:
1. No tolera consumir tomate
de árbol, deserta de su dieta, pierde su inversión inicial y se siente mal por “no
fue capaz”.
2. Se obliga a seguir la
dieta, sufre cada vez que tiene que comer tomate de árbol y lo peor, los
resultados de la dieta no son lo que ella esperaba.
3. Es infeliz por seguir la
dieta, pero se ven los resultados tal cual ella los esperaba.
Y
así queda de lado la honestidad de gusto, lo cual repercute en una vida
alimenticia no plena, llena de privaciones y deseos no cumplidos, en mi
opinión, algo terrible.
La relación con la comida es tan importante como las relaciones con los demás, llevamos nuestra vida con ella y simplemente es imposible separarnos, así que si queremos una vida 100% plena les recomiendo que mejoren su relación con la comida, haciendo de ella algo personal, buscando opciones en un infinito mar de posibilidades gastronómicas. Recuerda que siempre hay otro ingrediente que sirve para reemplazar al que no te gusta, ya sea simplemente por sabor o por cualidades nutricionales.
Balance, gusto y sabor = Honestidad gastronómica.
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